jueves, 2 de marzo de 2017

El prerjume e la güerta

Esta mañana trempano
paseando por la vera
del río m’iba llegando
un olor a flores frescas
repretás por el rogío
qu’el alba encimica eja:
alelises, clavellinas,
rosas rojas que rivientan,
jazmines de blanco encendios,
lírios, mil azucenas…
Tuico un crisol d’aromas
que prerjuman toa la güerta.
Y yo, esfisando la’stampa,
y goliendo toa esa sencia
no me he queao conforme,
puisque farta algo en’ella:
fartan colores doraos
ritorcios como estrellas
que s’ajuntan pa jormar
contelaciones tan bellas;
farta el azul del mar
reflejaico en dos perlas
de azul cileste, amatista,
tonos marino, turquesa;
fartan dos fresas acostás,
jamponas, lustrosas, bellas,
de sabor tan sugerente,
que er diseo allí t’alleva;
farta la porcelana
que de la China trujeran,
que no se ve en dengún
por muncho c’uno quiesiera;
y farta, sobre tó farta,
la sonrisa tuya, nena,
esa sonrisa que llena
d’alegría aonde allega;
farta tu nombre, zagala,
pa compretar toa la sencia
de la estampa trempanera
que enorgullece hista el Sol
cuando bordea por la sierra.
Unas letriquias na más
que s’ajuntan con tal enza
que cualsiquier otro nombre,
por muy importante que juera,
quea tirao por tierra
pos no t’allega a las suelas…
El nombre de la mañana,
el prerjume de la güerta,
el mote que to lo junta
y que tuico lo compreta,
el que reluce lustroso
sin pretenderlo siquiea;
el nombre de mi zagala,
el nombre qu’a mi me llena
d’alegría y gozaera…
Ese nombre es el d’ella.

Emilio Soler Poveda “El Corcho”.


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